sábado, 1 de noviembre de 2008

El Pacto por Omisión made in Iquique

El pasado 27 de Octubre, un día después de las elecciones municipales, el principal diario de la provincia vociferaba a primera hora con grandes letras en su portada: Dubost: “Fuera la corrupción, la mentira y la maldad”. Myrta ganó las elecciones con el 52,24%. Y era que, luego de casi 20 años, el que los medios han denominado Clan Soria, fue derrotado en las urnas iquiqueñas.

Si creyéramos en la teoría del mal menor o en la necesidad de votar por X candidato para evitar que gane la derecha, obviamente no estaríamos construyendo una alternativa revolucionaria que se contraponga al modelo imperante, si no que seríamos parte de un pacto por omisión o menjunje similar. Pero sin embargo, un extraño sentimiento nos invade hoy, a los iquiqueños revolucionarios, al ver como cierta gente se lanza con rugidos y colmillos triunfantes sobre la presa, que es nuestro municipio y nos provoca asco el olor de la manada de hienas que viene detrás. Nos resulta difícil asimilar que nuestros vecinos no hayan elegido al hijo de Soria y que hayan preferido por sobre estos diablos conocidos a una diabla olvidada con una habilidad muy particular: no tener memoria desde 1992 hacia atrás.

No sólo el pueblo iquiqueño ha elegido a una alcaldesa de derecha, si no que ha elegido a quien fuera la alcaldesa de nuestra ciudad durante los negros años de la dictadura. Sin duda los pocos iquiqueños de nacimiento y no de adopción, la recordarán con su rostro más fiero como lo que en realidad fue: una alcaldesa pinochetista acérrima, pero no creo que la gente que votó por ella sea consciente de lo que oculta el disfraz de abuelita con el que ahora se viste.

Lo peor de todo es que, quienes sí deben recordar quién es realmente Myrta Dubost, las hienas de la Concertación, han demostrado con descaro en nuestra ciudad su pragmatismo más sucio al presentar como candidata a la alcaldía a una Patricia Pérez, una mujer que no causa más repudio por su incompetencia porque pocos la conocen, a pesar de que fue Intendenta de nuestra provincia. Reflejo de esto es el 5,57% que obtuvo a pesar de los muchos millones invertidos en propaganda, hilarante si se considera el 5,53% de Roxana Vigueras, candidata del pacto PC-PH, que costó sólo 6 millones de pesos.

Y claro, cuando peligra la tácita alianza Derecha-Concertación y se dan cuenta de que de nuevo, un iquiqueño “con apenas 4° medio”, amenaza el sistema binominal y la alternancia en el poder que este implica, se aplica en Iquique aquello que está de moda… el Pacto por Omisión. La concertación presenta una candidata inepta y todos sus esfuerzos electorales los vuelca sobre la candidata de la Derecha, la señora Dubost.

En Iquique tenemos claro quién es Soria, sabemos que jamás estará de lado de los trabajadores, pues sus intereses los ha dejado claros desde hace muchos años. Sabemos que, habiendo tantas necesidades gastó nuestro dinero en lujosos parques, plazas y proyectos estilo Miami, pues como dicen algunos “acá se ve la plata de la Municipalidad”. Pero sabemos también que sea como sea, este hombre es un hijo de Iquique, del Iquique viejo. Que al menos es consecuente con sus principios, por muy burgueses que sean. Es por eso que resulta tragicómico cuando lobos y hienas le llaman ladrón… y en sonrisas agrias se nos escapa el “mira quién habla”.

Será que al decir Myrta Dubost aquella frase de “fuera la corrupción, la mentira y la maldad” ¿estaba comentando una elección en otra parte del mundo? ¿O será que al mirarse al espejo fue poseída por una fracción de segundo por el espíritu que recorre América dando voces de liberación, pero que tan difícil encuentra entrar a nuestro país?

Permanece la corrupción, la mentira y la maldad en nuestra ciudad y en nuestro país. ¿Por cuánto tiempo más los pueblos de Chile lo permitiremos?

martes, 8 de julio de 2008

La Poesía Es Un Arma Cargada de Futuro

Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,
mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente afirmado,
como un pulso que golpea las tinieblas,

cuando se miran de frente
los vertiginosos ojos claros de la muerte,
se dicen las verdades:
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.

Se dicen los poemas
que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,
piden ser, piden ritmo,
piden ley para aquello que sienten excesivo.

Con la velocidad del instinto,
con el rayo del prodigio,
como mágica evidencia, lo real se nos convierte
en lo idéntico a sí mismo.

Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.

Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.

Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.

Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren
y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho.

Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,
y calculo por eso con técnica qué puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
que trabaja con otros a España en sus aceros.

Tal es mi poesía: poesía-herramienta
a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.

No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.

Son palabras que todos repetimos sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.

Gabriel Celaya
(Hernani, Guipúzcoa, 18 de marzo de 1911 – †Madrid, 18 de abril de 1991) fue un poeta español de la generación literaria de posguerra. Es uno de los más destacados representantes de la que se denominó «poesía comprometida». Fue Premio Nacional de las Letras Españolas en 1986.